sábado, 4 de junio de 2011

Llamémosle "Relato"

Sí, no es para nada un buen comienzo para una entrada. Pero el relato al que se refiere esta sin terminar, por lo que no hay aún un título para él. Es algo que empecé a escribir hace tiempo, pero que ahora tengo aparcado. Lo iré revisando por partes... tal vez así me animé a crearle un final. Ahí va:



-I-
“Continuamente se cruzaban sus miradas; no había día en que de una forma u otra no coincidieran en los pasillos, en la biblioteca o el baño, y en alguno de esos encuentros (no tan casuales como se podría esperar) siempre acababan mirándose.

Ninguna de las dos sabía porqué… o quizás una de ellas sí; la que buscaba y propiciaba esos encuentros, la que levantaba la vista en el momento exacto para poder ver esos ojos verdes, la que se sentía avergonzada a veces por estar un poco obsesionada con todo aquel asunto…”

     La situación había empezado tres años atrás y curiosamente no había sido yo la primera en darme cuenta de la existencia de Sara, sino al revés. Teníamos unas prácticas de laboratorio en el mismo grupo, y un día noté que alguien me observaba… Sí,  esa sensación que no sabes como aparece pero que justo cuando miras encuentras unos ojos sobre ti. Y los ojos que me encontré ese día eran los de Sara; no me llamo la atención, eran un par de años menor que yo y tampoco me pareció que tuviera nada especial, así que no le hice mucho caso.
     Pero hubo más practicas, y siguieron sus miradas, y evidentemente una no es de piedra y la curiosidad me podía. Empecé a fijarme en ella fuera de clase; averiguar su nombre fue fácil, en prácticas solían pasar lista, pero tampoco podía preguntarle a nadie, así que tenía que conformarme con observarla. Mientras tanto, ella seguía mirándome con frecuencia, pero sólo en el laboratorio; una vez incluso se acerco a preguntarme una duda, fría pero amable. Le contesté, me dio las gracias y se fue.
     Paso el cuatrimestre y las practicas se acabaron, y con ellas mi interés por Sara. Los exámenes centraron mi atención, y en el segundo cuatrimestre no coincidíamos nunca (al ser yo de un curso más), y poco a poco deje de pensar en ella.
El verano pasó y también el curso siguiente, sin demasiado contacto. Tenía mil líos personales y no me daba cuenta de nada de lo que pasaba a mí alrededor, y mucho menos de la chica bajita y de ojos verdes con la que coincidí en “Producción primaria”.

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